Lorenzo Giménez, representante de la empresa ancla Charlot, indicó que en el departamento de Caaguazú emplean a 300 personas de manera directa y más de 1.000 de forma indirecta, para la ejecución del programa, desde cocineras, choferes, como así también Mipymes y productores agrícolas.
El Programa Hambre Cero está transformando la realidad de miles de familias en el departamento de Caaguazú, no solo garantizando la alimentación escolar, sino también generando un impacto económico y social sin precedentes.
Lorenzo Giménez, gerente general de Charlot, empresa ancla del programa, señaló que varias cocineras preparan diariamente los alimentos en las escuelas. Muchas de ellas son madres de los propios estudiantes beneficiados, lo que refuerza el vínculo entre la comunidad educativa y el programa.
“Es muy significativo que las madres cocinen para sus hijos y, al mismo tiempo, reciban una remuneración digna. Esto no solo mejora la economía familiar, sino que fortalece el compromiso con la educación y el bienestar de los niños”, destacó.
A esta nómina de trabajadores también se suman operarios y choferes, responsables de la logística y distribución de los insumos.
En este sentido, el representante de la empresa Charlot indicó que con el ingreso del Programa Hambre Cero se logró una planificación laboral más estable. A diferencia de años anteriores, donde la ejecución duraba apenas tres meses, hoy se extiende por nueve meses, lo que brinda seguridad laboral y permite una mejor organización tanto para el personal como para los productores.
Dinamismo económico
Además del empleo directo, Lorenzo comentó que Hambre Cero dinamiza la economía local al trabajar con productores frutihortícolas del departamento y Mipymes. Cada semana se inyectan aproximadamente G. 500 millones en compras directas a productores, y se han invertido entre G. 1.200 y G. 1.500 millones en equipamiento escolar, beneficiando a pequeñas y medianas empresas locales.
“Este programa no solo alimenta a los niños, también alimenta la economía local. Es una política pública con rostro humano, que transforma vidas desde la raíz”, añadió Lorenzo.
El impacto social del programa se refleja en la mejora de la calidad de vida de cientos de familias, el fortalecimiento de la economía local y el compromiso comunitario con la educación. Hambre Cero se consolida, así como un ejemplo de cómo una política pública bien ejecutada puede generar desarrollo sostenible, inclusión y equidad social.
Publicado el 05/05/2025